Por Martín_Kinbaku
Publicado originalmente el 3/3/2021 en Kinbakumania
La foto es de www.springtigerryu.com
Cuando falleció Yukimura Haruki asistí a una sesión en su memoria de su alumna y mi futura Sensei, Haru Tsubaki. Ese día lo considero un antes y un después en mi práctica como atador o, mejor dicho, el límite que separa mi pre-historia de mi historia en el Kinbaku. A partir de ese momento es que aprendí siempre bajo la influencia de su estilo y por lo cual estoy infinitamente agradecido con Tsubaki sensei por transmitirlo en cada uno de nuestros encuentros. También, una fotografía suya -escoltada por las de Osada Steve y Yukinaga Max- observó cada una de mis lecciones y fue testigo de mis avances. Más tarde incluso descubrí que las ataduras que me habían inspirado a indagar en el mundo de las cuerdas (en I am a S+M Writter de Ryuichi Hiroki) eran del Maestro. A pesar de la distancias del tiempo y espacio que me separan de él, puedo sentir su energía en mis cuerdas y trato de trasmitir, aunque en comparación sea solo una pequeña expresión, algo de lo que aportó al arte del Shibari Kinbaku.
Este quinto aniversario de su muerte nos encuentra aún en un momento que sigue siendo de crecimiento y expansión del Kinbaku en el mundo y particularmente especial en latinoamerica, donde esta explosión, más lejos de Japón y con más dificultades para desarrollarnos, aún es incipiente y con una forma menos definida que en otras regiones. El estilo de Yukimura, en este contexto, es una asignatura pendiente que aún estamos transitando y que todavía no hemos podido absorber en toda su magnitud.
Quienes han sido tan generosos de entregarse a nuestras cuerdas siempre destacan eso que llamamos “el abrazo de cuerdas” y que sin duda es parte de lo que el Maestro, a través de nuestra Sensei, nos enseñó. Del mismo modo, quienes se acercan a observar notarán otra de las deudas en nuestro constante esfuerzo para que lo que hacemos sea una experiencia expresiva, intensa y profunda. El newaza de Yukimura del cual nos inspiramos nos atraviesa de principio a fin y nos tiene marcados a fuego.
Sin su aporte, seguramente lo que hoy entendemos como Shibari Kinbaku no sería lo mismo, sobre todo por su énfasis en la práctica como un intercambio energético antes que de diseños con cuerdas. Más aún en una disciplina donde los estereotipos de belleza en la imagen y la destreza física y acrobática suelen apoderarse de la atención de los neófitos.
Hoy es un día de silencio pero también de amor, y quienes sentimos esta energía en nuestras cuerdas nos encontramos -del modo en que esta época difícil lo permite- a recordar y honrar al gran Maestro, sin el cual no seríamos lo que somos, ni podríamos llegar a la profundidad que llegamos con nuestro humilde arte de cuerdas.
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